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martes, 20 de octubre de 2009

EL AUTOR DE ESTE TEXTO NACIO EN HATO MAYOR DEL REY

Contradicciones en torno a un secuestro

Entre un atolladero policial y el protagonismo innecesario

Eurípides A. Uribe P.

RAZONANDO
Eurípides A. Uribe P.
Ex-jefe de la Marina de Guerra. Escritor. Licenciado en Ciencias Navales. Estudiante de derecho.

uribe2010@yahoo.com
martes, 20 de octubre de 2009, 01:00 a.m.

La Policía Nacional ha incurrido en múltiples contradicciones con relación al secuestro, investigación y aparición de Eduardo Baldera Gómez, las cuales, motivan un mar de especulaciones que es necesario despejar.

Hijo del próspero comerciante Francisco Eduardo Baldera, con negocios en Samaná, en Nagua y en Santo Domingo, Baldera Gómez (Eduardito), fue secuestrado el día 18 de septiembre estando en casa de su novia en la ciudad de Nagua. A los pocos días los secuestradores se comunicaron con la familia y exigieron US$5 millones para liberarlo.

En este caso hay que destacar varios hechos conexos que se han producido y declaraciones ambiguas que ha dado la Policía Nacional sobre el hecho, lo que ha contribuido a oscurecer en vez de aclarar las circunstancias del secuestro.

Según testigos, cuatro hombres uniformados, identificados como miembros de la unidad contra secuestro de la Policía Nacional, después de allanar su casa y no encontrarlo, detuvieron en la calle al activista comunitario Juan Almonte Herrera el día 28 de septiembre, llevándolo a un sitio indeterminado. El detenido era involucrado en el secuestro.

Cuando los familiares reclamaron por su pariente, la institución del orden dijo que no había sido detenido. Posteriormente, el mismo jefe policial reconoció que estaba preso, pero luego informó que estaba prófugo y era perseguido. Los familiares dijeron entonces que tenían informes de que fue rudamente torturado en la Policía y que posiblemente lo ocultan vivo o muerto ( ellos afirmaron a Nuria Piera en su programa del sábado 17 de octubre que estaban seguros que uno de dos cadáveres calcinados, aparecidos el 29 de septiembre en Sierra Prieta, correspondía al de su pariente)
Una hija de Cecilio Díaz, uno de los acusados del secuestro, fue mantenida presa por quienes se identificaron como investigadores policiales. Nunca la llevaron a un destacamento, sino que la mantuvieron de un vehículo a otro durante varios días. Indagaban por su padre en un interrogatorio irregular en que desconsideraron y humillaron a la detenida. La dejaron en libertad después de cuatro días de terror. Díaz moriría más tarde después de haber sido entregado a la policía.

Hay constancias de que Cecilio Díaz y Williams Batista, fueron entregados vivos al destacamento de la Policía Nacional de Villa Vázquez el sábado 10 de octubre. Pocas horas después fueron muertos en un “enfrentamiento” con miembros del equipo antisecuestro de la institución que los “perseguía”.Díaz había sido entregado por lugareños del paraje Los Conucos y Williams Batista al personal de la Marina de Guerra asignado al destacamento de Buen Hombre. Posteriormente, ambos fueron recibidos con vida en la dotación policial de Villa Vázquez. Antes de aparecer acribillado, se vio y fotografió vivo a uno de ellos cuando era transportado en un vehículo policial.

Cuando se produjo la aparición de Baldera Gómez, el Jefe policial se apresuró en decir que el día anterior habían apresado a un joven quien dio informaciones que permitieron dar con el lugar donde tenían al secuestrado. El jefe policial no fue muy convincente tratando de encajar la información que dijo haber recibido con el hecho de que no fueron agentes de esa institución quienes primero hicieron contacto con el joven desaparecido y que se trató de un escape y no un recate realizado por los equipos policiales. En conferencias de prensa que dio en Villa Vázquez y en Guayubín, también lució empeñado en el protagonismo de una acción que se presentaba como producto de un operativo policial, pero que fue ajena a su participación.

El jefe de la policía pifió cuando fue a un hospital a ver a uno de los agentes que participó en el “enfrentamiento” donde murieron los dos detenidos. Lo ascendió y felicitó por su “valentía” en un enfrentamiento que nunca se produjo. Se apresuró en reconocer a los que participaron en la “detención” de los presuntos secuestradores y en hacer una misa en el palacio de la policía nacional con la presencia del secuestrado y sus familiares. Estaba vanagloriándose de una acción policial en entredichos y reconociendo a un grupo de agentes, que posiblemente cometieron un crimen.

El jefe policial también había dicho que “habían personas importantes que estaban protegiendo a los secuestradores”. Pero luego de aparecer el joven Baldeara Gómez, expresó que para no entorpecer las investigaciones, era posteriormente que señalaría a esas personas. Con el tiempo, este tema no se ha mencionado más.

Presionado por la opinión pública, la jefatura policial ordenó investigar a una comisión compuesta por un General, un Coronel y un Fiscal Adjunto. Aunque existan razones para desconfiar de esta comisión, es la única puerta que hasta ahora se ofrece para salir de este atolladero policial. Esta comisión comenzó su trabajo el día 15 de octubre y luego de algunos interrogatorios en el área de Villa Vázquez, ordenó el arresto de los agentes policiales que participaron en la intercepción de Baldera Gómez. Son los mismos agentes que fueron condecorados a pocos días de aparecer el secuestrado. Es otra situación que compromete al jefe policial.

Se coló la información que la comisión determinó que no existe la cabaña donde supuestamente estuvo esposado el joven secuestrado. Al momento de escribir esto, la comisión lo había trasladado al área donde fue encontrado. Se espera que esto contribuya a despejar las incógnitas que se ciernen sobre la misma persona secuestrada.

Los investigadores también informaron en esta fecha que los implicados en el secuestro pertenecen a una organización terrorista llamada “Patria Solidaria” la cual vinculan en varios secuestros que se han realizado en el país en los últimos 5 años. Este nuevo ingrediente, en lugar de dar luces, agrega más confusión al esclarecimiento del hecho.

Aunque existan algunas evidencias, en este, como en ningún caso se pueden hacer afirmaciones sobre hechos no confirmados, pero en ausencia de versiones creíbles las especulaciones son inevitables. En este caso, cualquier cosa se puede pensar, hasta que se trató de una operación de altos quilates en la cual participarían elementos con mucho poder en la misma institución del orden público. Esto explicaría muchas interrogantes, entre ellas la necesidad de eliminar a todo quien fuera involucrado en el secuestro.

La candidez en la expresión del joven Eduardo Baldera, no encaja en el perfil de un individuo capaz de tramar un autosecuestro, pero las múltiples contradicciones con relación a este caso, pueden colocar al joven secuestrado como una pieza clave en una trama de más envergadura. Detrás de este caso puede haber mucho más de lo que se conoce y las suposiciones de cualquier naturaleza se originan en el torpe manejo que le ha dado al caso la institución llamada a resolverlo. Cuando no se ofrecen las informaciones correctas, las hipótesis proliferan y en ellas puede encontrarse la verdad, pero al mismo tiempo, pueden contribuir a crear más confusión sobre los hechos.

El señor Francisco Eduardo Baldera, tiene razones para estar alegre por la aparición de su hijo, pero da lugar a cierta suspicacia el hecho de que, en todas las fotos luego del desenlace del incidente, aparece cabizbajo y haya sido muy parco en sus declaraciones a la prensa. ¿Pagó realmente el rescate solicitado? Tanto él como la policía dicen que no, pero su negativa no aclara las dudas que también se tienen sobre esa posibilidad, y especialmente, la interrogante crucial, en caso de haberse pagado… ¿a los bolsillos de quién fue a parar ese dinero?

Hay otras inquietantes preguntas que surgen de los hechos; ¿Existe en la Policía Nacional un grupo de incontrolables que opera a la sombra con el código de MATAR? ¿Ha sido el Jefe de esa institución engañado por subalternos, quienes le habrían dado informaciones falsas sobre supuestos intercambios de disparos que estarían encubriendo un crimen? Bajo la jefatura de un oficial reconocido como mano dura, ¿serán estos equipos policiales, consentidos y autorizados a ejecutar extrajudicialmente a ciertos delincuentes peligrosos cuando son apresados? ¿Son estos secuestros, obra de un grupo terrorista que utiliza este medio para recolectar recursos para sus objetivos políticos? La afirmación de esta última pregunta sería la explicación de por qué en este y otros secuestros se ha exigido el dinero en dólares, pero no pasa de ser otra de las hipótesis que existen por tantas contradicciones.

Esperamos que las investigaciones esclarezcan todas las dudas que ponen en entredicho la confianza en nuestra institución del orden público como garantía de los derechos ciudadanos, especialmente el sagrado derecho a la vida.(Tomado de Clave Digital)

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