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martes, 23 de marzo de 2010

¿UN DEFENSOR DE PEDRO SANTANA?

PEDRO SANTANA: EL PROSCRITO




Damián Arias Matos
martes, 23 de marzo de 2010, 01:00 a.m.


El General Pedro Santana es buscado no por el tribunal de la Historia, sino por los que quieren borrarlo de los anales de la gesta de la separación dominicana. Un hecho palmario es el de que la nación dominicana no surge de la Guerra de liberación nacional de las potencias europeas, como ocurre con casi todas las antiguas colonias de la América conquistada por Cristóbal Colon, sino que es construida a partir de la antigua colonia francesa de Haití.

El 1 de enero de 1804 fue proclamada la independencia haitiana del trono napoleónico. Pero debió pagar algunas monedas a sus antiguos dueños y solo fue reconocida como nación por los Estados Unidos sino veinticinco años después.

Ya en ediciones anteriores de Clave Digital, (ver “La Satanización de Santana”, edición del 7 de agosto de 2008) nos hemos referido al caso Santana, que, aunque su apellido es el apócope de Sant Anne, sabemos muy bien que no se trata de un santo. La historia, repetimos, no es un ejercicio de hagiografía, de contar la vida, misiones, devoción, pietismo e iluminaciones de los santos y mártires del Cristianismo. No pedimos que Pedro Santana sea incluido en el santoral ni que se eleve la solicitud de su beatificación ante el Vaticano.

En un memorable pasillo de la Academia Militar de las Fuerzas Armadas “Batalla de las Carreras”, guareció durante décadas un retrato al óleo del Patricio Pedro Santana y según nos hemos enterado, no sin pavor, fue retirado de su lugar. Lo mismo quiere hacerse con su memoria histórica. Extirparlo como si fuese una pústula maligna.

Si la independencia o separación dominicana se logró por medios militares, es decir bélicos, entonces no hubo tal Guerra de Independencia si se anula a Santana. Los capítulos de Febrero, o más bien de marzo 19 y 30 de 1844, se convertirían en una hueca fábula para engañar a los niños que no quieren dormir ni tomarse la leche.

Alejandro, Aníbal, Máximo Gomez, José Gervasio de Artigas, José de San Martin, Simón Bolívar, todos los caudillos militares que recuerda la historia y los que han de venir después en esta historia sangrienta que es la historia humana, se han abierto camino y creado sus naciones, forjándolas con el acero de sus espadas, o como en el caso de Máximo Gomez en la manigua cubana, con el filo de su machete.

Si se le quita a Pedro Santana, junto a otros prohombres de menor talla y estatura histórica como Antonio Duvergé o el Cid Negro al proceso de Independencia o separación dominicana, los episodios quedarían huecos, como las láminas de un filme en blanco. Santana no merece otra página en blanco en el libro de nuestra historia.

Al escribir estas líneas hemos tratado de tener cerrado el grifo de la pasión. No nos interesa el ejercicio ignorante de bajar un héroe para que Santana suba. Lo que alentamos es el deseo de que los historiadores dominicanos, aquellos que piensan de acuerdo a quien les pague, o los que se sienten cómodos con pensar con cabeza ajena, sin analizar la casuística y la mecánica de la historia, se decidan a presentar un Santana más humano, más cercano a la verdad histórica. La maquinaria de la historia humana, quiérase o no, se mueve y actúa de manera ineludible con la grasa y el lubricante de las pasiones y los intereses creados, no solo de los personajes históricos sino también de los que cuentan la historia.

Acontece que no tenemos, o no queremos tener, un verdadero prohombre militar en nuestra historia de Independencia al no querer reconocer los aportes de Pedro Santana al proceso. Sin Santana no hay Independencia, sin Santana no hay Separación haitiana, sin Santana no hay República Dominicana

El proceso de separación de Haití comenzado con el Manifiesto de Independencia del 23 de enero de 1844 fue de iniciativa burguesa, aunque luego fue asaltada por los conservadores con Tomas Bobadilla y Briones a la cabeza.

Mientras que la Restauración la domina Gregorio Luperón como figura señera. Santana es el Padre de nuestra Patria. Basta el hecho de pagar su propio ejército y ponerlo al servicio de la idea de Nación, basta su desplazamiento desde la región Este hacia el Sur profundo al bautismo de sangre. Ese primer ejército, esa legión patriótica formada por Pedro Santana constituye la génesis del actual Ejército Nacional.

Lo primero que se le enrostra a la memoria del patricio es los fusilamientos que ordeno y el proceso de Anexión a España. Hasta aquí tal vez nadie se ha atrevido a afirmar que esos fusilamientos fueron legales, porque en la nación existía la pena de muerte, además de los poderes cuasi dictatoriales que le fueron concedidos al Caudillo por la clase política que conformaba el espectro político de entonces. En tal contexto los fusilamientos fueron legales y de pleno derecho.

En cuanto a la Anexión hay que ver cuál era la situación o el panorama político de la nación dominicana de esos años, que no comenzaba a arrancar todavía, cuando liberales y conservadores, afrancesados, nacionalistas, pro haitianos y pro españoles, se debatían no con la pluma sino con la espada. Si difícil resulta el ponernos de acuerdo ahora, por entonces era peor. Hay que darle su justo lugar histórico a Santana.

(Tomado de Clave Digital)

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