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jueves, 24 de diciembre de 2009

ANALISIS DE FIN DE AÑO

Guerra al narco y remezones políticas fueron luminarias del 2009


Por Moisés Saab (*)

jueves 24 de diciembre de 2009, actualizado hace 7 horas, 58 minutos

La lucha contra el narcotráfico, calificada por el presidente Leonel Fernández de prioritaria para la gobernabilidad de República Dominicana, fue la estrella noticiosa del país durante 2009, en un elenco compartido por una frenética actividad política llena de avatares.
SOBEIDA
SOBEIDA

A mediados de año la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD) contó con un nuevo jefe, el general Rolando Rosado, tras un largo debate sobre la conveniencia de que un policía ocupara el mando de una entidad que se quiere independiente de ese cuerpo.

Tengan razón una corriente o la otra, lo cierto es que el general Rosado imprimió una fuerte dinámica al ente antidroga cuyos resultados son tangibles en términos de arrestos, aunque el comercio ilegal de estupefacientes sigue siendo una espina en el costado de las autoridades.

La estrategia del nuevo jefe se encaminó tanto a la detención de conocidos expendedores de drogas al detalle en los barrios, como a la persecución de capos que campeaban por sus respetos en esta capital y otras zonas del país.

El caso más sonado, sin embargo, se le escapó de las manos en la figura de un capo puertorriqueño, José Figueredo, sorprendido en posesión de cuatro millones 600 mil dólares que iban a ser lavados, además de alhajas y otros bienes, guardados en el apartamento de su pareja, Sobeida Félix.

Figueredo logró evadir la persecución de los agentes de la DNCD y su amante fue detenida, pero desapareció después que una jueza determinara cambiar la medida de reclusión cautelar por prisión domiciliaria, a pesar de la magnitud del caso y su importancia como testigo.

Decenas de mulas, nativas y extranjeras, florecientes plantaciones de marihuana en lugares inhóspitos, contrabando de materia prima para alucinógenos sintéticos, menudearon en el año dominicano en una suerte de calidoscopio incesante que ha dejado de ser noticia para convertirse en anecdótico.
La reforma de la Constitución, aprobada después de más de un año de debates en el Congreso, devenido Asamblea Nacional Revisora, asimismo ocupó a la prensa no tanto por las provisiones de la nueva Carta, sino por las gestiones que requirió su aprobación.

Como suele ocurrir, el producto final resultó insatisfactorio para varios sectores, entre ellos las feministas que criticaron la imposición de un artículo que prohíbe el aborto y los métodos anticonceptivos.

A mediados de mayo, en un giro espectacular, el presidente Leonel Fernández y su acre rival de la víspera, el ex candidato presidencial del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Miguel Vargas, firmaron un acuerdo que permitió desbloquear los debates para la modificación del texto sustantivo.

Vargas demandó la inclusión de un artículo que prohíba la reelección presidencial consecutiva, un dardo apuntado a Fernández y su Partido de la Liberación Dominicana (PLD, en el gobierno), que el mandatario asimiló sin quejas.

A todas luces la concesión de Fernández estuvo bien pensada pues, en tanto que figura de mayor relieve en el PLD, es improbable que alguien le dispute la candidatura en 2016, cuando cumplirá 60 años sin quebrantos de salud aparentes y con un respiro de cuatro años mirando los toros desde la barda.
El acuerdo tuvo una ventaja añadida para el partido morado, que vio ahondarse la escisión en el PRD entre partidarios de Vargas y del ex presidente Hipólito Mejía, quien desdeñó el pacto diciendo que "ni siquiera lo he leído".

La fractura se hizo más visible durante la rebatiña por las candidaturas para las elecciones de medio término de 2010, signadas por impugnaciones de sectores adversos a Vargas, que lo acusan de adueñarse del PRD y de reservarse de manera ilegal un crecido número de senadurías, diputaciones y sindicaturas (alcaldías) para sus allegados.

En la pugna quedó en evidencia el choque de dos corrientes de pensamiento: la tradicional comandada por Mejía con su estilo campechano, y algo vulgar, y la de Vargas, más moderna, la cual recibió el espaldarazo de la Internacional Socialista, que lo nombró su presidente en una reunión de su Consejo efectuada aquí.

(*) El autor es corresponsal de Prensa Latina en República Dominicana.

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