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lunes, 7 de septiembre de 2009

HISTORIA


LA MUJER ES UNA HEROINA DE SU SUEÑO

Pablo Clase, hijo - 9/7/2009






HOY SE CELEBRA EN TODO EL MUNDO EL DÍA DE LOS DERECHOS CÍVICOS DE LAS MUJERES
Movimiento. El siglo XX trajo, entre las defensoras del sufragio femenino, una militancia insospechada.
Mary Wollstonecraft
Líder. Betty Friedan fundó la organización feminista NOW.
Florence Nightingale

Santo Domingo.- En impotente letargo, la mujer había esperado por siglos la hora de su emancipación. Había aguardado paciente, resignada y, sin embargo, pendiente, en lo más recóndito de su ser, el llamamiento, atenta a la consigna que habría de iniciar una de las más importantes revoluciones del siglo XX: el movimiento feminista.

Hoy, más que nunca, la mujer se ha propuesto ser la heroína de su propio sueño. Ya un ejército de mujeres se ha puesto en pie de guerra. Desde las primeras décadas del siglo pasado, ha luchado intensamente por sus derechos cívicos y de género. Y ha hecho público su manifiesto feminista.

Inevitablemente el proceso mundial de emancipación femenina ha influido sobre las mujeres latinoamericanas, y específicamente dominicanas. Por eso, estas han luchado también, en su momento por el derecho al voto, el divorcio, la maternidad voluntaria y otros reclamos concretos. Se han unido al grito femenino que en los siglos XVIII y XIX tuvo sus verdaderos orígenes.

Inglaterra: el punto de partida


El antecedente inmediato del movimiento feminista fue la Revolución francesa (1789-1799).

La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano provocó que Olympe de Gouges, escritora y revolucionaria francesa, reclamase la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana. Sus exigencias incluían el derecho al voto y el acceso de las mujeres a los cargos públicos (murió guillotinada en 1793).

A inicios del siglo XX, estos derechos no se habían cumplido, pues eran todavía las principales reivindicaciones del movimiento sufragista.

En 1792, la escritora inglesa Mary Wollstonecraft señaló en su obra “Reivindicación de los derechos de la mujer” que los revolucionarios habían olvidado, en su famosa Declaración de los Derechos del Hombre, los derechos de las mujeres.

Pidió, por tanto, que se diera a la mujer la oportunidad de defender sus derechos en el Parlamento; que se le permitiera recibir una formación adecuada y que se respetase, al igual que el hombre, la dignidad de su condición de hembra.

La lucha feminista es antigua


Las demandas de Mary Wollstonecraft causaron revuelo en Europa cuando empezó a exigir el derecho de la mujer a tener placer en la unión sexual; pues los hombres, según ella, sólo veían a las mujeres como objetos sexuales, madres y amas de casa.

Desde entonces, las iniciativas feministas caen en un letargo durante casi 80 años. Y es a partir de 1870 cuando resurge, en Inglaterra, la discusión sobre la educación de la mujer, concretamente su formación universitaria y profesional.

La chispa que encendió el debate fue el ejemplo de Florence Nightingale. Esta enfermera y filántropa británica, nacida en Florencia en 1820, organizó, durante la Guerra de Crimea, en 1855, aistencia médica a los heridos. Mejoró la higiene hospitalaria, y contribuyó a reducir las causas de varias enfermedades y, en consecuencia, redujo la mortalidad de los soldados heridos. Posteriormente reformó el sistema sanitario del ejército y colaboró en la consolidación de la Cruz Roja. Le fue otorgada la Orden del Mérito.

La idea de que una mujer realizara semejante hazaña durante y después de una guerra tuvo resonancia: cambió el concepto sobre la capacidad de la mujer.

En esa misma época, el filósofo y economista inglés John Stuart Mill empezó un movimiento que defendía el voto de la mujer. La repercusión más visible de semejante campaña fue la fundación de los Women’s Colleges en Oxford y Cambridge. De modo que la enseñanza superior estaba al alcance de las mujeres y, por tanto, la posibilidad de obtener un título universitario.

En su libro “La subyugación de la mujer”, Mill opuso al cliché de la mujer pasiva la imagen de la mujer independiente y responsable. También dijo que la mujer era dueña de su sexualidad, es decir, de su decisión íntima orientada a su autorrealización. La obra de Mill se hizo tan popular entre las propagandistas de la emancipación femenina que a fines del siglo XIX ya se hablaba con desenfado de “la mujer moderna”.

Escritos


George Bernard Shaw, escritor irlandés, no permaneció ajeno a la corriente de su tiempo. Escribió dramas que trataban el tema de la emancipación de la mujer. Propugnaba un feminismo militante que confería a la mujer un papel fundamental como portadora de la evolución de la humanidad. En efecto, puso en escena el tipo de “mujer moderna” que reemplazaba a la heroína sentimental.

La llegada del siglo XX trajo, entre las defensoras del sufragio femenino, una militancia insospechada. En 1907, dos activistas fundaron la Unión Femenina Social y Política que escenificó incontables agitaciones. Un año más tarde, se funda la Liga de Hombres A Favor del Sufragio Femenino, y empieza a circular la revista Votes for Women. De ahí en adelante, las sufragistas protagonizaron protestas temerarias: violaron normas y derechos, hicieron huelgas de hambre, transgredieron las convenciones del comportamiento cívico con acciones violentas.

(+)


LA ORGANIZACIÓN FEMINISTA ‘NOW’


En los años sesenta aparece en la escena del feminismo Betty Friedan, líder norteamericana. Ella había logrado cambiar, con su libro “The Feminine Mystique” (La mística femenina, 1963), la actitud de las madres y esposas en Estados Unidos hacia carreras más ambiciosas.

En 1966, Friedan funda la organización feminista NOW, que da inicio al movimiento cultural revolucionario feminista. La entidad persigue no solamente luchar por la igualdad social y política de las mujeres, sino contra los símbolos de nuestra cultura.

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